Paula Cibernáutica, vuelve a pasarse por el blog de Menuda Feria para seguir hablándonos sobre la salud digital de los más «peques». Esta vez nos aconseja varias pautas para mejorar los hábitos y conductas de los niños y adolescentes de la casa.
Desde edades muy tempranas, hay actividades que nos complacen más que otras. Una de ellas, es la hora del baño diario; motivos de higiene y salud a parte. Se trata de una escena cotidiana en muchas familias. Tras haber pasado un buen rato a remojo jugando, llega el momento de finalizarlo antes que muten de humanos a anfibios. Avisas que hay que salir de la bañera, secar e ir a cenar. Oh, sorpresa… No hay quien los saque de la bañera. En ese momento, no hay NADA más importante que permanecer allí disfrutando.
Se ha creado, repentinamente, una burbuja invisible que los tiene capturados dentro del agua. Una fuerza magnética imperceptible no les permite escapar. Antes de conseguirlo, ¿has contado cuántas veces tienes que repetir que ya ha acabado la hora del baño? Incluso, ¿has observado si cambia el volumen de tu voz?… Los adultos somos unos aguafiestas. -Nunca mejor dicho-.
El baño es un rato de diversión, distracción, ocio, relax, desconexión
Cuando una actividad nos gusta y nos satisface -tengas la edad que tengas- cuesta finalizarla. A determinadas edades, el esfuerzo es mayor. Porque se vive en el ahora, en lo inmediato. No se tiene conciencia del futuro. No se comprende que, mañana habrá otra vez baño. ¿Mañana? ¡Eso está lejísimos, es una eternidad! ¡Y no me gusta la sopa!… La mismísima Mafalda se sublevaría…
Esto es absolutamente normal. Y me arriesgo a decir que, humanamente comprensible. No olvidemos que nuestros peques están creciendo. Están aprendiendo habilidades para desenvolverse en el mundo. Sus estructuras cerebrales -las que rigen el comportamiento- se están desarrollando, construyendo hábitos y rutinas. (Aunque no seamos conscientes, supone esfuerzo). Se están estableciendo las conexiones y configurando las conductas que definirán su futuro estilo de vida, sus costumbres. Durante el crecimiento, se va asimilando que hay determinadas tareas repetitivas, cíclicas.
Quien dice el baño, dice irse del parque, dice dejar de ver dibujos, dice dejar de jugar con la consola, el móvil…
Pautamos sus vidas (y las nuestras) mediante horarios, estableciendo unos tiempos de inicio-fin para organizar la duración de diferentes tareas y actividades diarias. Al comienzo somos los adultos quienes estructuramos esos períodos, esos espacios, de ocio-labor. Conforme van creciendo y se vuelven más autónomos, les vamos permitiendo que sean ellos quienes vayan haciendo un reparto equilibrado de sus tiempos. Lo mismo con la tecnología.
Aplazar una conducta que nos satisface, por otra que en ese momento no nos gratifica e implica esfuerzo, es una habilidad que conlleva aprendizaje, voluntad, constancia y entrenamiento a largo plazo. No surge de un día para otro. Pensadlo así, diversión frente a obligación… Sinceramente, no es muy atractivo a ojos de nadie, ¿no?
Decimos que estamos educando a nuestros hijos. Aunque realmente, estamos modelando las estructuras cerebrales que guiarán, mediarán y controlarán las conductas de las futuras personas adultas en las que se convertirán.
Resumiendo, seamos proactivos:
- Protección y cuidados. Comencemos supervisando y guiando las actividades digitales. Demos los primeros pasos juntos a ellos, avancemos cercanos a ellos. Marquemos horarios de inicio y fin
- Edad mínima. Somos su vía de acceso a la tecnología. Regulemos, por edad, a qué contenido, dispositivos y plataformas tienen acceso. Revisar Código PEGI, ESRB
- Seguridad online. Comprobar quién puede conectar e interactuar con nuestra familia, como lo hacemos en la calle, en el parque, en nuestra casa; agregar exclusivamente amistades y dispositivos que conozcamos; restringir determinada publicidad y compras
- Ciberseguridad de los dispositivos. Añadido al punto anterior, configurar la seguridad y privacidad, como hacemos en el resto de los dispositivos y plataformas; también en vigilabebés y juguetes conectados; revisar cada cierto tiempo si cambian las condiciones, los permisos de acceso y la configuración, especialmente cuando se actualiza el software
- Salud digital. Enseñarles a regular el tiempo que dedican a la tecnología y a cualquier otra actividad cotidiana; trasmitirles la importancia de apagar los dispositivos y cambiar de tareas, del mismo modo que nos desactivamos y dormimos para descansar y recargar energía
Sinceramente, implementar hábitos y nuevas conductas es una tarea constante y laboriosa. Solo hay que recordar el tiempo y esfuerzo que lleva hasta que comienzan a comer con los cubiertos, evitando que acabe toda la comida esparcida por la trona, la mesa y el suelo… Sin embargo, al final aprenden a comer con cubiertos. Pese a la dificultad, ¡¡lo conseguimos!! Repito. ¡Aprenden a comer con cubiertos! Quien dice cubiertos, dice tecnología… 😉 Para que ese sendero no resulte tan empedrado, estamos preparando unas ideas de apoyo para las familias que ayuden a regular el uso de dispositivos en la infancia y la juventud. ¡Próximamente!
¡Ánimo, persistencia y tesón! 😊
Comentarios recientes