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Espacios para la concentración II

Nuestra amiga Ruth Barranco Interiorismo vuelve a visitarnos para contarnos más sobre cómo ayudar a nuestros hijos a encontrar en casa espacios para la concentración. ¿Todavía no has leído su anterior anterior artículo sobre espacios para la concentración?

 

 

Capítulo II. Espacios para la concentración

 

Cuando un niño puede relacionar lo que aprende con sus propias experiencias, su interés vital se despierta, su memoria se activa, y lo aprendido se vuelve suyo.

Rudolf Steiner

Continuamos hoy planteando algunas reflexiones sobre la importancia que tiene el espacio que rodea a nuestros hijos y su influencia en muchos aspectos de su desarrollo emocional e intelectual.

Si en todas las etapas del crecimiento de un niño el entorno es un factor importante, en la infantil tiene ―probablemente― un valor determinante.

Casi todos los padres hemos podido experimentar como en esta etapa el aprendizaje de conceptos suele llegar a través del juego, del dibujo o los cuentos, la imitación de lo que les rodea, las experiencias que les proporcionamos y fundamentalmente, la observación de todo ello. Pero para llegar a esto hemos tenido que conseguir la atención de nuestros pequeños o lo que es lo mismo, su concentración y el ambiente que les rodea es una gran herramienta.

 

 

El entorno a la palestra

 

El ansiado estado de máxima atención es todavía para la mayoría de los adultos una conquista pendiente y tenemos que entender que en una etapa infantil es, además, completamente involuntario. Y es que un niño ni siquiera es consciente de que se ha quedado absorto en algo, la mayoría de las veces.

Así que, quizá debemos aparcar los intentos forzados e ineficaces de que nuestros hijos se concentren a voluntad ― Os suena eso de: ¡Vamos al cuarto, es la hora de hacer los deberes! ― y construir espacios en los que estos momentos surjan.

 

 

Como hemos dicho en otras ocasiones, no existen recetas infalibles de interiorismo, ya que cada niño es distinto e irrepetible, pero si disponemos de herramientas inductoras que cada padre o madre debe valorar con su intuición si son las adecuadas para su hijo. Estos ambientes y sus claves, hacen que surjan de forma natural esos momentos mágicos de aprendizaje y evolución. Si bien seguir este ritmo natural del pequeño es más laborioso y algo así para el adulto como “estar atento a coger la ola”, sin duda es más efectivo y a la larga recurrente.

Pero el entorno al que nos referimos no es solo algo material. No se trata de hacer una bonita decoración, si no de tratar el espacio y sus elementos también de forma psicológica y emocional. ¿Pero que hay que tener en cuenta para poder crear estos ambientes…? Simplemente, que cubran sus necesidades físicas y anímicas.

 

¿Por qué mi hijo no quiere ir a hacer sus deberes a su cuarto?

 

 

¡Cuántas veces me han planteado mis clientes esta pregunta! Y en la mayor parte de las ocasiones sus propios hijos en etapa infantil les estaban dando la respuesta. No se encontraban a gusto en ellos. No querían estar solos, ni aislados. Esto cambiará en etapas evolutivas posteriores.

Y es que a veces creemos que clonar sin más las instrucciones de un espacio propuesto por un experto o llenar el dormitorio de nuestros pequeños con toda la colección de juegos didácticos Montessori, será la clave del éxito. Pero si no reflexionamos sobre la esencia infantil y adaptamos todo lo que sabemos de la personalidad de cada niño, estamos abocados al fracaso seamos padres, educadores o interioristas.

Y lo primero que debemos tener presente de esta esencia es algo tan primordial como la Teoría del apego, en la que descubriremos que nuestra presencia como cuidadores ―nuestra disponibilidad― forma parte del espacio infantil:

El niño necesita un espacio estable donde se sienta seguro física y emocionalmente.

 

 

Este aspecto es muy importante en los métodos pedagógicos Montessori o Waldorf, que fundamentan sus bases en el entorno que rodea al niño ―el diseño emocional, al fin y al cabo―. En este último método basado en las teorías holísticas de Rudolf Steiner, precisamente se abunda en como para que un niño se concentre, debe en primer lugar sentir que está en un lugar seguro: lugares compartidos, pero con rincones pequeños que ellos puedan ir conquistando.

De hecho, esta metodología destaca igualmente como en la etapa infantil (0-7 años) se produce el desarrollo más notable del individuo: erguirse y andar, comunicarse y hablar, así como su autoconsciencia como individuo, y todo ello a través de la libertad de movimiento y la exploración libre del medio.

Así que, si hacemos un ejercicio de reflexión sobre todos estos aspectos, llegamos a descubrir que en esta etapa puede ser muy adecuado no concentrar las actividades del niño en un único cuarto, si no entender la planta nuestra casa, como un espacio libre de descubrimiento para el pequeño. ¡Pero que no cunda el pánico!, libre no quiere decir caótico. Esto puede conseguirse reservando rincones para ellos en todas las estancias comunes. No tienen por qué ser grandes zonas, basta con que estén adaptados a sus gustos y medidas ergonómicas.

¿Por qué no esa cocinita de juguete dentro de la cocina?, ¿por qué no ese rincón de lectura o escritorio infantil en un rinconcito del salón?, ¿y si la bañerita del muñeco está en nuestro baño…?

 

 

Es tranquilizador para ellos sentirse independientes, pero aún más tenernos localizados y disponibles en su espacio visual. Esta es la explicación de que la mayor parte de las veces prefieran jugar en el salón a hacerlo en su cuarto o entretenerse en la cocina, mientras realizamos alguna tarea doméstica. Además, el aprendizaje por imitación es así más directo.

Para un niño de esta edad la sensación de intimidad y de abstracción o concentración, no depende de su aislamiento físico, si no en ocasiones tan solo de su contacto visual. Por eso tan frecuente ver a nuestros hijos entregados a un juego o dibujo en el salón, mientras nosotros estamos muy cerca en el sofá haciendo otras tareas distintas prácticas o lúdicas. Mientras no se sientan observados, creen estar a lo suyo, como tras un tabique imaginario.

 

Entonces, ¿cuál es la mejor opción de espacios para la concentración?

 

Como vemos, crear un entorno que desarrolle sus potenciales consiste en conjugar en el espacio lo práctico y accesible, con lo anímico y emocional. Si además sabemos hacerlo con armonía y belleza, habremos conseguido nuestro objetivo.

¡No os perdáis nuestro próximo Post en el que traeremos nuevos planteamientos sobre la importancia del espacio en el mundo infantil y cómo podemos ayudar a nuestros hijos a través de él!

 

Ruth Barranco

Ruth Barranco (Zaragoza, 1974), es Diseñadora e Historiadora del Arte.

Especializada en Arte, Lenguaje y Cultura Audiovisual, ha publicado numerosos artículos y realizado diferentes conferencias en España y el extranjero, para difundir sus reflexiones sobre el estudio del espacio y el objeto.

Esta investigación abierta, más aún tras su maternidad, se enriquece también a través de su experiencia como fundadora de la empresa Ruth Barranco Interiorismo, desde la que, mediante el diseño de interiores, asesoramiento y equipamiento del espacio de hogar y comercial, desarrolla soluciones de diseño emocional.