La labor de una educador social consiste en dar apoyo, ayudar y proteger a las personas en riesgo de exclusión social. El objetivo principal es mejorar la integración de los colectivos especialmente vulnerables promoviendo su participación activa en la sociedad. Los educadores trabajan con ciudadanos de perfiles muy diferentes, desde jóvenes con pocos recursos económicos, hasta personas con discapacidad o ancianos con una red de apoyo escasa.
Hablamos con Juan García, educador social y tesorero del Colegio Profesional de Educadoras y Educadores sociales de Aragón. Cuenta con más de 20 años de experiencia en diferentes ámbitos y actualmente participa en un programa de personas sin hogar.
¿Cómo trabaja el CEES Aragón?
El CEES Aragón es un colegio profesional en el que los educadores sociales colegiados hacemos profesión, defendemos y ponemos en valor la educación social, siempre desde el Principio de Justicia Social en la cual se basa la actuación del educador social. Es el acceso que tiene cualquier persona que viva en nuestra comunidad al uso y disfrute de los servicios sociales, educativos y culturales. Todo ello dentro de un marco del Estado Social Democrático de Derecho y no en razones de beneficencia o caridad.
Desde mi experiencia personal ser educador social, es empoderar a las personas con las que intervengo para que puedan desarrollarse como individuos en sociedad.
Es hacer cada día una comunidad más justa, en la que cabemos todos. Es cambiar el mundo desde las pequeñas cosas, desde la intervención y acompañamiento educativo del día a día, pasando por manifestaciones por las personas más vulnerables, llegando a la denuncia de las situaciones más graves e injustas que se dan en nuestra sociedad.
¿Qué aporta la figura del educador social a la infancia desde el contexto educativo?
Esta pregunta tiene su cosa, ya que somos la única profesión educativa (nuestra titulación depende de la Facultad de Educación) que no tiene representación en los centros educativos aquí en Aragón, sí la tienen en otras comunidades.
Desde mi perspectiva, y lo digo por experiencia propia como padre y como educador familiar que ha trabajado junto a los profesionales de colegios e institutos. Somos necesarios dentro del sistema educativo, ya que podemos intervenir en muchas situaciones que se dan en estos centros y que otros profesionales no tiene ni la formación, ni los recursos, ni el tiempo para poder dedicarle. La figura del educador social puede intervenir con las familias, ser un puente entre el centro educativo y las mismas. Interviniendo en absentismo, acoso escolar, conductas de riesgo, diversidad funcional…Nuestro papel sería el de prevenir e intervenir en los casos más graves siendo un apoyo de los demás profesionales y las familias.
Con todos los centros educativos que he trabajado, siempre han valorado como muy positiva mi intervención y se han visto apoyados ante situaciones que les sobrepasaban.
¿Qué tipo de situaciones os encontráis con los menores?
Pues… Nos encontramos de todo, ya que los ámbitos en los que puede intervenir un educador social son muy variados.
Te puedo hablar desde mi perspectiva como Educador Familiar, en la que puedo trabajar con familias más vulnerables, con niños sin escolarizar; familias que han pasado por un bache y han terminado en el albergue municipal, y hasta familias que podríamos considerar normalizadas pero que se ven sobrepasadas por las situaciones que tienen en sus casas. Hijos e hijas con problemas de salud mental, conductas de riesgo, agresiones, etc.
Desde el CEES Aragón, nos hemos encontrado que nos han llamado familias familias que nos han demandado ayuda con su situación familiar, lo que nos ha llevado a generar una bolsa de horas entre los profesionales del colegio para poder dar salida a esta situación.
¿De qué manera trabajáis con las familias?
Trabajamos desde la cercanía y el acompañamiento tratando de ser un apoyo y liberación para las mismas y sus hijos. Generando un vínculo con las mismas que es lo que nos permite realizar cambios en sus dinámicas del día a día para poder mejorar su situación familiar, personal y social.
Desde una perspectiva más pedagógica lo que hacemos es una intervención educativa en todas las áreas de desarrollo familiar y personal con el objetivo de mejorar y fortalecer las relaciones familiares.
¿Podrías ponernos algún ejemplo de talleres y dinámicas que usáis para trabajar con los niños y niñas?
Yo principalmente trabajo con un plan de intervención educativa, que es mi guía para el trabajo del día a día con las familias y los menores.
Usamos diferentes técnicas de modificación de conductas como pueden ser el moldeamiento, reforzamiento, costo de respuesta, time out, etc. Pero sobre todo lo que funciona es el diálogo, con padres, niños y adolescentes. Para hacerles ver sus aptitudes y cómo pueden funcionar mejor como familia, potenciando las habilidades y capacidades de unos y otros.
Los menores son los que menos voz han tenido durante este tiempo, mientras todo a su alrededor se ha ido modificando. De acuerdo a vuestra experiencia,
¿cómo habéis visto que han vivido y viven la actual situación de la pandemia este sector de la población?
Te puedo contar un secreto, aunque no lo creamos un niño tiene una capacidad de adaptación abrumadora. Se adaptan a situaciones límite mucho mejor que los adultos. A veces somos nosotros mismos como padres y adultos los que nos cuesta más adaptarnos a los cambios y se los transmitimos a nuestros hijos e hijas. Yo te puedo decir que un niño puede ser feliz siempre que se sienta seguro y querido; da igual en la familia que nazca o de donde venga.
He visto niños más felices en familias vulnerables que en muchas familias que podemos considerar normalizadas.
Esto no quiere decir que la situación pandémica nos les haya afectado y a algunos niños seguramente más que a otros. Yo en el confinamiento tuve la suerte de teletrabajar y pude disfrutar de mi hijo. No lo vivimos como algo malo, la única pega es que no se podía salir y eso te agobiaba un poco.
El problema del confinamiento y la pandemia está en las familias vulnerables y familias con hijos con necesidades especiales. Ya que muchas de ellas viven en casas pequeñas, tienen muchos miembros y eso les generaba mucha más ansiedad y sensación de agobio. Explícale a un niño con retraso mental o con autismo que no puede salir de casa…
Todo esto súmale que la gran mayoría de recursos sociales, también estuvieron cerrados durante la pandemia.
Te voy a contar una última cosa respecto a los menores en pandemia. Muchos compañeros de la profesión, que trabajan en el ámbito de protección de menores, no dejaron de ir a trabajar ni un solo día durante el confinamiento. Acudieron a sus centros de trabajo y estuvieron cuidando, apoyando y dando seguridad a todos los menores que están en estos centros. Sin quitar mérito a los sanitarios y otros profesionales, también tenemos héroes en nuestra profesión.
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