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Controlar la tecnología mediante la conducta

Paula Cibernáutica se vuelve a pasar por el blog de Menuda Feria para hablarnos sobre la importancia de aprender a realizar un buen uso de la tecnología mediante la conducta.

Ningún ser humano viene con un manual de instrucciones bajo el brazo. Las personas tampoco nacemos con un botón, el cual pulsar, para consultar por qué funcionamos -actuamos- de una forma determinada. No estaría nada mal disponer de esta opción, ¿verdad?

Más bien, somos una tabula rasa, una pizarra en blanco. Es decir que, no nacemos con habilidades ni conocimientos innatos, sino que debemos desarrollarlos a partir de la experiencia y del aprendizaje. Perspectiva que va en contra del concepto de nativos digitales. Porque ya lo decía Aristóteles, al nacer no hay conocimiento, se genera con el tiempo. Del mismo modo, Locke rechazaba la existencia de ideas innatas. Confirmando que, en ocasiones, hay que meter la pata como método de adquisición de conocimiento.

El empirismo señala en la experiencia el primer paso para el conocimiento

Es un hecho contrastado que, no nacemos sabiéndolo todo. E incluso, un comportamiento tan natural -biológico- como es el control de esfínteres debemos educarlo… Impensable que, un bebé de seis meses, controle el uso adecuado de esfínteres. Durante este proceso de aprendizaje, comienzan usando pañales e iremos, poco a poco, explicándoles -y aprenderán- cuándo tienen que avisarnos para llevarles al baño. Conforme vayan adquiriendo autonomía, acudirán por sí mismos, con cierta supervisión por nuestra parte. Hasta que, ¡por fin!, aprenden a ser autosuficientes y no necesitan nuestra supervisión en esta tarea.

Tampoco es factible que, un bebé con seis meses elabore frases completas ni construcciones sintácticas tipo sujeto verbo y predicado correctamente, por mucho que le plantes a diario frente a un libro-ebook-tablet- de lingüística durante varias horas… Con la tecnología, ocurre lo mismo.

Los bebés con pocos meses empiezan a explorar su entorno, quieren descubrir lo que les rodea. Cuando comienzan a girarse, a moverse, los dejamos en una superficie plana, sin altura, sin objetos que puedan dañarles, ni con los que puedan accidentarse. Siempre bajo supervisión adulta. ¿Cuántas veces te has duchado mientras tu tierno retoño te observaba desde la hamaquita? ¿Has comprado algún vigilabebés con videocámara para observar si tus gemelos duermen siesta o hacen travesuras en su habitación mientras tú no estás?

Sin embargo, les facilitamos el acceso a dispositivos tecnológicos -para adultos- que están muy por encima de sus destrezas y madurez evolutiva, pretendiendo que sepan y aprendan a gestionarlos adecuadamente, sin supervisión adulta ni ningún tipo de protección… ¿Perdonaaa?

Hábitos y costumbres se instauran desde la infancia

Cada familia, cada persona, que eduque e interactué con la tecnología como considere. Siempre y cuando lo haga desde la seguridad y la salud, no haga daño a otras personas. Ni tampoco se haga daño a sí misma.

Resumiendo…

  • A edades tempranas, hasta los seis años aproximadamente. Normas y límites claras en el uso de la tecnología y dispositivos digitales. ¿Qué pueden hacer y qué no? Consecuencias de saltarse las normas. Practicamos el control parental durante el uso de la tecnología. Bajo supervisión adulta, se inician en entornos protegidos con navegadores infantiles. Adecuamos los contenidos y el tiempo a su edad. No es necesario que interactúen a diario con la tecnología. Exploración de otros intereses e inquietudes fuera de la tecnología. Guiados por adultos, aprenden a buscar sus propios momentos de ocio y alternativas creativas fuera de la tecnología; incluso desconexión y aburrimiento. Bloqueando dispositivos con contraseñas, apagando la wifi y, si es necesario, escondiendo dispositivos, nos ayudarán en nuestro cometido.
  • Hasta los 11 años aproximadamente. Seguimos aplicando lo anterior, con algunas modificaciones. Ampliamos los entornos digitales donde se mueven e introduciendo los nuevos dispositivos que utilizan. Mantenemos el control parental, sobre todo, con restricciones a determinados contenidos y redes sociales. Continuamos guiándoles en la gestión de los tiempos de uso. Fomentando la reflexión, dialogamos sobre la tecnología: qué les atrae, qué pueden encontrarse, cómo reaccionar ante determinadas situaciones, cómo la usan, para qué…
  • Adolescentes y jóvenes. Todavía no es posible dar completamente libre acceso. Momento de muchos cambios, mantenemos el acompañamiento a una distancia prudencial. Para proteger y actuar, en caso de que, fuese necesario. Dando más autonomía y, a la vez, reforzando el pensamiento crítico y la autoestima. Progresivamente, van aprendiendo a equilibrar los tiempos de uso aconsejados por adultos.

Al igual que entrenamos otras habilidades y destrezas personales. Aprender a realizar un buen uso y, sobre todo, controlar equilibradamente el manejo de la tecnología es un aprendizaje más en nuestra vida. 😉

El secreto… ¡Mesura, sensatez y prudencia!